lunes, 21 de abril de 2008

¿A la tercera la vencida?

El Montañismo es algo más que subir, ver y bajar. Dicho de otro modo, ojala solo fuera subir, ver y bajar. En mi corta carrera de montañero he tenido buenas ascensiones, ascensiones aburridas, montes maravillosos o bajadas sublimes, pero sobre todo ello he tenido las dos mayores liadas que se puedan imaginar. Y hablo de liadas madre, una completamente perdidos en un bosque pirenaico descendiendo del Txamantxoia y otra perdidos por la Sierra de Codes en medio de la niebla, nevando y con un viento que nos tiraba al suelo. Todo ello patrocinado por Garmin, tu GPS de confianza.

Txamantxoia / Maze 28 de Septiembre del 2006

Tras nuestra excursión al Petrechema (27 / 9 /2006) decidimos hacer un segundo monte más suave. El elegido fue el Txamantxoia, una “pequeña” cima que se levanta a casi 2000 metros de altura sobre Linza. La ascensión resultó dura (la piernas estaban jodidas) y la verdad que no era muy clara. Aún así tras cerca de 2 horas de ascensión conseguimos subir, las vistas se merecen todo ese esfuerzo y más.

Vistas de las cimas de Belagua y Ansó desde el Txamantoia.
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Pero la bajada no sale como esperamos. La noche anterior comentamos la posibilidad de realizar una travesía circular, es decir Linza – Maze – Linza pero bajando por otra vertiente. Todo muy bonito hasta que aún no sabemos porque nos metemos en medio de un bosque. La situación era jodida, los árboles estaban muy verdes y la vegetación no dejaba intuir cual era nuestra posición respecto a la cima o el refugio. Cuanto más bajamos más frondoso era aquello, hasta que por arte de magia damos con un pequeño canal completamente seco. En un principio pensamos en bajar por ella, pero entre que aún era muy de día (cerca de la una) y vete tu a saber donde acabábamos decidimos subir por el, ya que seguramente el salir por arriba de aquel bosque era la mejor opción. De repente, llegamos a un claro y a unos 5 metros, detrás de unos helechos una pista de 2 metros de ancho. Daba igual donde fuese pero queríamos bajar a algún lado, bajamos, comenzamos a oír vacas, seguimos bajando y llegamos al refugio.

Tarde, magullados y cansados, pero llegamos. Recuerdo tener una sensación extraña descansando en Linza. Entre la preocupación de que podría haber sido peor y la constatación de que por aquel bosque poca gente habría pasado.

Ioar 19 de Abril del 2008

Para preparar la excursión del Goiko Mendi, Moro, Julen, Iñaki, Alberto y un servidor nos fuimos a la sierra de Kodes. La subida la hicimos por la Cuesta de los Penitentes, solo citar el nombre echa para atrás; una ascensión preciosa, dura y no apta para todos los públicos. Sobre 1300 metros nos agarró la niebla. En principio no era muy densa y aunque era difícil seguir el camino logramos la cima. El problema vino, de nuevo; bajando.

Comenzamos a buscar un collado que nunca alcanzamos, la niebla bajaba y nosotros no sabíamos donde estábamos. Comenzamos a tirar hacía la derecha y continuamos bajando, no sabíamos ni siquiera si estábamos cerca del collado o ya lo habíamos pasado. En un momento de claridad, nos damos cuenta que nos encontrábamos en la otra punta de la sierra y tras un intento frustrado de bajar por una canal (donde había tornillos para rapelar) entendimos que lo mejor era subir una pequeña cima y bajar por el camino que se intuía tras ella. Pero la claridad dura 5 minutos y nos volvemos a perder. Ahora íbamos ganando altura, el tiempo era cada vez peor, el camino se hacía más duro, las piernas muy jodidas y el agobio era cada vez más grande. Tras un paso donde me dejé la espinilla (aún me duele y está inflamada) tomamos un descanso, a unos 1400 metros de altura. Entendemos que lo mejor es volver hacía atrás, subir algo más y después; deshacer el camino hecho. Por magia llegamos al cordal, vemos la otra vertiente de la sierra y en 5 minutos llegamos de nuevo a la cima.

Después seguimos una senda muy marcada y decidimos bajar por ahí, que a algún lado nos llevaría la jodida (la senda salía a 4 metros descendiendo por una pista que llegaba hasta la cima, es decir; fue de estupidos el perderse) Nos encontramos con unos montañeros y nos comentan que siguiendo esa senda llegamos al Seminario de Kodes. Efectivamente tras 50 minutos de descenso llegamos al que era nuestro punto de llegada previsto. Por el camino muchos minutos de niebla, nieve, lluvia, frío, trepadas, roca, jaros, argoma y ración doble de agobio.

Espero, que a la tercera no venga la vencida y tengamos que pasarlo peor de lo que lo hemos pasado.

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